
SEMBRAMOS
Y COSECHAMOS
Hace ocho años sembramos una idea sencilla pero poderosa: que la tierra puede sanar si quienes la trabajan tienen las herramientas, el conocimiento y el respaldo necesario. Desde entonces, RAÍCES ha crecido como un movimiento de restauración que une a personas, comunidades y territorios en torno a un mismo propósito: regenerar los paisajes agrícolas y transformar la vida en el campo.
A través de una red de promotores y promotoras locales, hemos acompañado a más de 5,000 agricultores en la adopción de prácticas que cuidan el suelo y el agua, reducen los costos de producción y fortalecen la resiliencia frente al cambio climático. Con cada parcela transformada, se siembra también esperanza.
Creemos en la juventud rural como una fuerza vital para el futuro. Por eso, más de 100 jóvenes ya generan ingresos en actividades vinculadas a la agricultura y la restauración ambiental, y más de 500 se han sumado a espacios de formación técnica, liderazgo y emprendimiento. Apostar por ellas y ellos es asegurar que la cosecha continúe.
Sabemos que los grandes cambios nacen desde lo local. Por eso, acompañamos a organizaciones comunitarias en procesos participativos de gestión territorial, que les permiten identificar y resolver los problemas que afectan sus recursos naturales y su bienestar colectivo.
Hoy, celebramos ocho años de siembra continua. Y cada resultado —cada suelo fértil, cada comunidad fortalecida, cada joven que decide quedarse— es una señal clara de que juntos, sembramos y cosechamos futuro.
CREAMOS
COMUNIDAD
Lo que comenzó en Ahuachapán en 2017 como una apuesta por restaurar la salud del suelo, hoy se extiende con fuerza a nuevos territorios. Porque cuando el suelo se cuida, florece todo lo que está encima: las cosechas, las familias, los paisajes y la vida comunitaria.
Estamos orgullosos de haber llevado esta visión a Sonsonate, Santa Ana y La Libertad, tejiendo una red de agricultores y agricultoras que creen en una agricultura distinta, una que protege, regenera y da frutos sostenibles.


Cada nueva zona que sumamos, cada práctica agroecológica que se adopta, es una raíz que se afianza en tierra fértil. Y hoy, mientras cerramos este ciclo, lo hacemos sabiendo que las raíces quedan vivas y profundas, listas para seguir dando frutos en manos de quienes hacen del campo su hogar y su esperanza.
HISTORIAS
DE ÉXITO
MÁS ALLÁ DE
LA AGRICULTURA
Aunque nuestra labor se sembró en la tierra, el verdadero fruto de RAÍCES ha sido siempre la gente. Lo que empezó con buenas prácticas agrícolas, terminó por transformar comunidades, abrir caminos para la juventud y unir voluntades por un bien común.
Cientos de jóvenes se sumaron con entusiasmo, trayendo nuevas ideas, sueños frescos y la energía para construir algo distinto. En RAÍCES encontraron no solo un espacio para aprender, sino para crecer, emprender y sentirse parte vital de una transformación mayor.
A la par, fuimos tejiendo redes para cuidar lo que nos sostiene: la naturaleza, el suelo y el agua. Porque entendimos que proteger el territorio es también proteger a las familias, a las futuras generaciones y a la esperanza que nace cuando la comunidad se organiza.
Hoy, al mirar atrás, sabemos que nuestra siembra fue más que agrícola. Fue social, fue ambiental, fue profundamente humana. Porque donde hay raíces fuertes, hay vida que sigue.
TODO ESTÁ INTERCONECTADO
La humanidad no enfrenta dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental.
Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza.
– Papa Francisco, Laudato Si, 139